TISCORNIA PEDRO (1829 – 1908)

Como asienta Patricia Ana Tica: “El triunfo de Urquiza sobre Rosas en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, produjo hondas transformaciones en el poblado rosarino.


Mientras el cuerpo orgánico nacional escindía por la secesión de la provincia de Buenos Aires convertida en Estado; Rosario, primero era declarada ciudad para inmediatamente, adquirir el carácter de puerto de ultramar. La libre navegación de los ríos establecida por Urquiza, así como la política de inmigración y colonización que la siguió jerarquizó la posición estratégica de Rosario, y se convirtió en el lugar elegido por muchos inmigrantes europeos para vivir, transformándose en un emporio comercial” .


Como otros tantos inmigrantes que buscaron nuevas formas de vida, don Pedro Tiscornia, arribó al país cargado de sueños y esperanzas en octubre de 1842, llamado por su padre que trabajaba en barcos del Río de la Plata.


Había nacido en un villorrio de Liguria el 22 de febrero de 1829, y con sólo 13 años hizo su elección de vida: radicarse en Rosario y no en Buenos Aires.
Sus primeros intentos se orientaron a trabajar como dependiente del comercio perteneciente a su tío José, en el que permaneció hasta que al enterarse que exilados unitarios más la Joven Generación veían en Urquiza el posible vencedor de Rosas. Y cuando en 1850 Sarmiento , en Argirópolis, se refería al entrerriano como “la gloria más alta de la Confederación; jefe de un ejército que siempre ha vencido, gobernador de una provincia donde la prensa se ha elevado, donde el Estado ha elevado la Instrucción pública”, no dudó en incorporarse al Ejército Aliado.


A fines de enero de 1852 se integró al Ejército Grande que acampó en Morón frente a las fuerzas de la Confederación (Ejército rosista)
Tiscornia perdido entre el grueso numérico de soldados de Urquiza luchó denodadamente junto a los que en pocas horas definieron Caseros.
Más después de esa histórica batalla dejó las armas para asumir el compromiso de apostar al crecimiento de Rosario.


Sabía muy bien que el número de habitantes extranjeros incidiría en el crecimiento de la estructura urbana; y en consecuencia la expansión de Rosario sería vertiginosa.


Así fue, nuevas lenguas con sus sonidos particulares empezaron a invadir el puerto, las calles y fueron dando al habla y costumbres de la ciudad una característica singular. Situación que los funcionarios debían contemplar apoyando el trabajo y la creatividad de la población. Ya maduro, en 1885, fue miembro del Consejo Ejecutor Municipal donde sería el germen de un ímproba tarea de trabajo en común.


Más tarde vicepresidente del Consejo Directivo en el área de obras públicas, acción social: salud, vivienda y control de talleres, fábricas y almacenes.
En actividades comerciales, convocó periódicamente a la fuerzas poderosas de producción, para coordinar la labor entre el capital y el trabajo.
En el orden privado hizo aportes significativos detrás de logros para la colectividad italiana participando activamente en instituciones, fue socio fundador de “Unión y Benevolenza” desempeñándose como directivo en varios períodos.


Otros emprendimientos de envergadura serían la fundación del establecimiento agropecuario Santa Cecilia en la provincia de Córdoba, y de un molino importante en la localidad de Marcos Juárez.


Merece un mérito ese inmigrante que abrió las puertas de su futuro y de la ciudad hasta cumplidos los 80 años, cuando su mente y su corazón dejaron de acompañarlo.


Falleció en Rosario, el 23 de octubre de 1908, rodeado de su numerosa familia. Su imponente casona familiar estaba ubicada, al lado del Correo Central, frente a la plaza 25 de Mayo. A pesar de haberla declarado patrimonio de la Municipalidad fue demolida en esta última década del siglo XX.

 

Bibliografía:
Testimonio de uno de sus descendientes.

Tiscornia: Cortada. Topografía:
Corre de E. a O. entre las calles Ituzaingó y cerrito, desde Ovidio Lagos a Av. Francia.
Su apertura y denominación fueron autorizadas desde el año 1923.
Recuerda un hacedor de la ciudad y la región, don Pedro Tiscornia (1829 – 1908).