El 1º de julio de 1896, Leandro N. Alem consideró “preferible morir a vivir inútil, estéril y deprimido” y puso fin a su vida.
El hecho conmovió a todos los círculos políticos y el país perdió a un tribuno límpido y a un demócrata cabal.
Las crónicas de la época decían que “El descanso eterno lo recompense de su lucha continua. En nuestra historia, la historia de Alem ocupa un lugar de privilegio y hoy todo hombre defensor de nuestras libertades, nuestra soberanía y nuestra democracia, no dejará de rendir honor a sus virtudes".
Desde su nacimiento el 11 de marzo de 1842, su vida estuvo rodeada de un halo trágico. Nos dice Octavio R. Amadeo: " hijo de pequeño propietario suburbano, albéitar ocasional de Rosas y agente de la Sociedad Restauradora, hubo sufrido perturbación mental. Caído el dictador, Alem fue procesado por un degüello de mazorqueros, sin pruebas directas contra él... Alem junto a un tal Cuitiño fue así fusilado en la plaza de la Concepción y colgado de la horca. El hijo presente se desmayó; tenía 11años.
Todo el haber paterno se perdió, y su madre debió elaborar dulces y empanadas que Leandro vendería en casas amigas en reales significativo del alquiler de un cuarto en una casa de Balvanera.
Cuando marchaba por las calles, al pasar creía ver en muchas miradas como destellos de rencores, la expresión: ¡El hijo del mazorquero!
Así creció, pobre y atribulado.
No obstante desde adolescente luchó con furia para salir del pozo y ver la luz, hasta llegar a la universidad auxiliado por becas obtenidas gracias a sus altas calificaciones.
De inteligencia despierta y facilidad para retener y exponer, aprendía y enseñaba logrando poco a poco que se disipara el prejuicio con que algunos compañeros le habían mirado al principio.
En las aulas formó y robusteció su afán por establecer una justicia independiente y despolitizada.
Agrega Octavio R. Amadeo: "Sabía las letras necesarias para decir las grandes cosas simplemente. Su elocuencia manaba del corazón, nutrida por sus virtudes cívicas".
Cuando hizo crisis la situación política entre Buenos Aires y la Confederación Argentina, la que culminaría en Pavón, combatió dentro de las filas del derrotado Urquiza, retomando después sus estudios de abogacía, interrumpidos nuevamente cuando estallara la guerra del Paraguay.
Con su sólida preparación constitucional y su clara visión del problema social, con coraje aceptó ser diputado en la legislatura bonaerense en 1871.
Al llegar después, momentos políticos cruciales para el país, donde no sólo faltaba el pan sino hasta el circo, y pensó que había llegado el momento de jugarse por el pueblo enrolándose en las filas del Partido Autonomista de Alsina.
La vida política de Alem continuó incesante con alma de caudillo y vocación de sacrificio, mostrando una inclinación casi mística hacia las conquistas de la libertad.
La revolución de 1890 fue una expresión temprana de un fenómeno político cuyas consecuencias se harían sentir más adelante y Alem como uno de sus líderes sabía de la desprolijidad y el despilfarro en que había caído el gobierno de Juárez Celman, el que renunciaría como Jefe del Poder Ejecutivo una semana después, al reconocer la honda raíz popular del movimiento popular.
En esos hechos surgió la Unión Cívica de la Juventud, precursora del partido Unión Cívica Radical.
Poco tiempo después, cierto enrarecimiento partidario entre él y su sobrino Hipólito Irigoyen, agregado a una situación personal de empobrecimiento y vejez, el 1º julio de 1896 Alem tomó la decisión de quitarse la vida.
En las cartas que el tribuno radical escribió antes de suicidarse refiriéndose a la “lucha amarga y desesperada al final de su misión, diría: ”Para vivir inútil, estéril y deprimido, es preferible morir”.
El pueblo lloró la muerte de un hombre desinteresado, sin dobleces, servidor de su ideal, y lo que más se recuerda de su mensaje póstumo es la expresión combativa: “Sí, que rompa pero que no se doble.”
Félix Luna en su obra "Yo, Roca" Pág. 272 expresa:
"Alem era absolutamente sincero; es decir que era absolutamente peligroso. Enardecía a las masas con reclamos imposibles de cumplir, pues pedir comicios libres en un país donde la mitad de la población estaba compuesta por extranjeros y analfabetos, más las dos terceras partes de los nacionales, significaba un suicidio colectivo.
Le importaba la pobreza, ni le dolía tributar su tiempo a la gentuza de las orillas que era su clientela. Sólo por esta modalidad ya era peligroso".
Yo disiento con esta aseveración: "Alem más que peligroso era soñador porque lamentablemente el triunfo en política no se gana con el concurso de los desposeídos sino con el dominio de los poderosos".
Sobre Calle Alem se produjeron tres hechos históricos de gran significación para nuestra ciudad que enunciaré en forma cronológica
La de Arroyo Seco se encontraba a 8 leguas de la del Espinillo, dilatado tramo que se fraccionó creándose La Posta del Rosario de los Arroyos o de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario en 1774, cuya función era la implantación del servicio postal fijo. Objetivo que difería de los servicios que prestaban las otras postas.
Este hecho disgustó a los círculos oficiales de Santa Fe, pero pese a las oposiciones, Basavilbaso no se amilanó y expresó a su encargado: ”Déjelos que ladren, que los correos permanecerán si V. M. continua con su empeño y honor como hasta ahora lo ha manifestado”.(No olvidemos que aún imperaba el régimen colonial).
De la Posta del Rosario se transportaba en un principio la valija postal hacia la posta del Arroyo Seco y del Espinillo, ampliándose el servicio en las décadas siguientes.
Rosario así se convirtió en la cuna del Correo Argentino.
Miguel Carrillo Buscary en su artículo: "Belgrano en marcha hacia Rosario" en la revista "Rosario, la fuerza de su historia"N°11. Febrero de 2002, nos brinda el relato relacionado con la mencionada calle:
"Anoticiados por un piquete avanzado, el 7 de febrero de 1812, los rosarinos salen al camino a recibir al ilustre visitante - Manuel Belgrano - a quien recordaban de su paso hacia el Paraguay y de una posterior estada en 1812.
Dice la tradición que la comitiva formada por el comandante local, el capitán Pedro Moreno, el Alcalde de Hermandad, Alexo Gandoli y algunos vecinos encontró a la columna en el paraje que hoy coincidiría con la esquina de las calles Alem y Virasoro".
Allí existía la "Posta del Rosario", creada en 1774. Lugar donde Belgrano dejó el carruaje y montó a caballo para encabezar la marcha de su regimiento hacia las barrancas. En la actualidad en esa ochava de Alem y Virasoro está emplazada la Escuela de Cadetes de Policía.
3.- El Hospital de Caridad fue creado sobre calle Alem1450, por la Sociedad de Beneficencia en el año 1855.
Casi cien años después tomaría el nombre de HOSPITAL PROVINCIAL DE ROSARIO.
Nos dice Walter Arnoldo Scheitlin en su obra “El Caridad”.Pág.21 y sig.”Transformada Rosario en una ciudad cosmopolita, con un puerto atiborrado con embarcaciones de todo velamen y calado, competía con el de la ciudad de Buenos Aires en la captación del tránsito fluvial, tanto de cabotaje como de ultramar…
Para completar su futura importancia como centro económico, político y social de la Confederación Argentina, Rosario va a contar desde el 25 de mayo de 1854 con su primer periódico: “La Confederación, fundado por el periodista don Federico de la Barra.”
El autor asiente en pág. 25: ”En su 7° y 8° número, este dignísimo hombre, propone a la opinión pública, la creación de una Sociedad de Beneficencia, integrada por damas rosarinas cuya misión principal sería, la de construir un hospital general.”
Desde el primer artículo ennoblecía el nuevo rol que desempeñaba la mujer en la sociedad del momento:”La mujer tiene una alta misión que llenar y a ellas corresponde el pendón de la iniciativa, en aquellas instituciones piadosas…”
Por otra parte, Nicasio Oroño, dada la conocida amistad con Urquiza, escribió a éste, una extensa carta fechada el 24 de junio de 1854, el día antes de que se fundara la Sociedad de Beneficencia, en donde le comunicaba entre otras cosas, “hace pocos días que dos amigos concebimos la idea de interesar a las matronas del Rosario a formar una Sociedad de Beneficencia, con el objeto de levantar un Hospital de Caridad. La idea ha sido felizmente acogida, reconociendo su conveniencia, que la Sociedad quedará instalada el 9 de julio, por ser ese día también el señalado para la apertura de las Cámaras Legislativas…
La Sociedad comenzó la construcción en 1854 y finalizó en setiembre, inaugurándose el 4 de octubre de 1855, en la manzana comprendida por Alem, 9 de Julio 1° de Mayo y Zeballos con el nombre de Hospital de Caridad, de la Sociedad de Beneficencia de Rosario.
Al momento de su fundación, el hospital estaba fuera del ejido urbano de la pequeña "Villa de Rosario", que contaba con 3.200 habitantes.
Los terrenos habían sido donados por Domingo Correa, esposo del símbolo de la Sociedad, doña Laureana Benegas de Correa.
Toda la pompa y entusiasmo que despertó finalmente la obra, se plasmó en una magnífica recepción presidida por el Jefe político de Rosario, don Nicasio Oroño y su cuñado, el gobernador provincial, José María Cullen.
Casi cien años después el Gobierno Provincial de entonces, el 11 de diciembre de 1950, confiscó el Hospital a la Sociedad de Beneficencia y le cambió el nombre histórico. En un nuevo decreto del gobierno provincial del 6 de marzo de 1956, le devolvió todos los bienes incautados, ratificándolo por D. 11589 del 7 de diciembre de 1962.
El Hospital Provincial de Rosario (HPR) es un hospital general en Rosario (Argentina), dependiente del Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe. Es un hospital público, manejado parcialmente por un Concejo electo.
Al presente, el HPR ha quedado en el centro de la ciudad, sirviendo un área de población estimada de 386.000, tratando anualmente a 182.000 personas, admitiendo 25 pacientes por día, y realizando 300 cirugías por mes. El HPR tiene 16 centros de atención primaria distribuidos en el sudeste de Rosario.